jueves, febrero 08, 2007

Las lecciones de Ayacucho

Hace unas semanas el Estado, gobernado por el APRA, pareció querer volver a los métodos usados en los 80s para "combatir" al terrorismo: Responsabilizar implícitamente a los pobladores andinos, apresar ciudadanos sin pruebas y al azar (entre los pobladores andinos, claro), tratar de calmar el clamor de justicia con más injusticia (pero dirigida a los pobladores andinos, por supuesto). Por suerte, aunque el gobierno no lo haya entendido, algunas cosas han cambiado un poco al menos en el Perú.

Aquí algunas reflexiones al respecto de Eduardo Vega Luna, de la Defensoría del Pueblo.

jueves, febrero 01, 2007

Pensando el operativo empleada audaz




Toda la chologósfera ha rebotado la noticia, la mayoría con entusiasmo, quizá porque marca la confirmación de que son estos los nuevos medios para convocar y coordinar iniciativas así. El Operativo Empleada Audaz fue un éxito de convocatoria y cumplió su principal objetivo, que era poner en discusión pública temas como la discriminación, la ambigua situación laboral y social de las empleadas del hogar, la privatización de espacios públicos...


Muchas cosas se han discutido, entonces. Lo más fácil fue irse por la tangente y tomar como tema central la cuestión de si en esa playa en particular hay o no una norma que impida bañarse a las empleadas. Imagino que para algunos de los propietarios de negocios de Asia pueda ser una mala propaganda dejar esa impresión, pero los demás podríamos contentarnos con entender que se trató de una elección simbólica, que estar en Asia no era sólo estar en una playa concreta, sino en un espacio imaginario asociado fuertemente con los temas de los que trataba el Operativo.

¿Era una revuelta contra la clase alta? No creo, porque no creo que sea la clase alta alta la que está en Asia (como muchos parecen todavía creer), ni que sean ellos quienes más ejercen la discriminación. Y ahí está el único reparo que tengo con el discurso que sustentaba esta acción. En un volante de La Casa de Panchita que nos entregaron durante el viaje se lee:

Suele ocurrir que quienes hacen esa injusticia con las trabajadoras del hogar creen que son superiores porque el color de su piel es más claro, tienen más dinero o, simplemente, han nacido en la costa. Pero no piensan que otros los menosprecian a ellos también, pues siempre hay los que se creen superiores a los demás, por múltiples razones.

No creo que quienes discriminan "no piensan" que son también discriminados. Creo que precisamente discriminan porque saben que hay quienes lo hacen con ellos. Creo que el problema es que estamos metidos en una maraña de jerarquías en la que siempre estamos midiéndonos con los demás para definir cuál puede ejercer la violencia contra el otro. A veces podemos ejercerla contra el de arriba, pero las más de las veces será contra el de abajo, que está menos protegido. Muchos dicen que la discriminación más violenta no es la de las clases más altas, es la de las medias altas, los que todavía no llegan y están desesperados por llegar, por que nadie les cierre el camino, por mostrar que no son iguales a los demás. Son ellos los que van a Asia y le dicen Eishia (y no van a lugares mucho más exclusivos), los que estudian en universidades privadas (y no en el extranjero), los que piden que no entren cholos a sus discotecas en Larcomar (porque todavía van a Miraflores, que fue abandonado hace años por la clase alta).

Si nos quedamos pensando que el problema son "los pitucos de Asia" no vamos a llegar muy lejos. Tampoco sirve de nada decir "todos somos racistas".
No es solo cuestión de raza. Muchos factores nos hacen sentirnos superiores o inferiores a la persona que tenemos al frente: el sexo, la vestimenta, el modo de hablar, el tamaño, la presentación... Tendríamos que comprender cómo es que estamos siempre midiéndonos con cada persona con la que interactuamos. Por qué nos hemos acostumbrado a hacerlo así. Cómo podemos cambiarlo.

Algunos dicen que el mercado es el gran igualador que borra estas diferenciaciones. No lo es. Crea otras. Si una sociedad está programada para jerarquizar y discriminar a la gente, el mercado sólo introducirá nuevas variables de jerarquización y discriminación. El problema pasa más bien por desprogramarla.

Otro día escribiré algo más sobre la problemática de las empleadas del hogar. Me quedo ahora sólo con las imágenes del Operativo. Un grupo de gente uniformada entrando al mar. Más allá de las connotaciones sociales concretas están las imágenes. Los uniformes nos hacen simbólicamente iguales (no reconocí a la famosa Gisela hasta que empezaron a pedirle autógrafos), refuerzan durante el acto la idea de que no somos más ni menos unos que otros. El mar es la gran madre de la que todos venimos, el origen. Entrar y salir del mar es morir y volver a nacer. Quizá al hacer este acto simbólico quisimos todos darnos una nueva oportunidad y renacer más limpios, más iguales.


El desarrollo y los entretelones del Operativo
El reportaje de La Ventana Indiscreta
Otro más largo, casi sin editar
Comentarios del Morsa (que estuvo en espíritu)
Blog oficial del Operativo (lo encontré)