miércoles, noviembre 23, 2005

TLC: por qué así no

Una de las cosas que frecuentemente comentamos es la necesidad de exponer las cosas importantes de manera clara y bien argumentada. Baldo Kresalja lo hace en una columna sobre el TLC publicada hoy en La República, y que vale la pena leer completa. Aquí una parte:


Los TLC forman parte también de una corriente propagandística que dice buscar la vigencia y extensión "del comercio libre", verdadera garantía –afirman sus defensores– del desarrollo económico y la consolidación democrática. Y, desde luego, hay un cierto sustento teórico para esa afirmación. Pero no hay ejemplo práctico que mostrar, porque en nuestros días el "gran" comercio no tiene nada de "libre", y sí mucho de "programado", es decir, está dirigido por unos pocos actores, las empresas multinacionales principalmente.
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Un nuevo elemento han introducido los EEUU en los "viejos" tratados de comercio: la propiedad intelectual, tanto en sus aspectos vinculados a la ciencia y la tecnología (patentes de invención), como a la creación y comercialización de "productos" culturales, tales como el cine o el software (marcas notorias y derechos de autor, respectivamente). Como sabemos, lo que definirá en el futuro la riqueza de las naciones es la producción de conocimiento. Lo que persigue el TLC es construir barreras legales para que el acceso a los nuevos conocimientos sea muy difícil y, además, que los titulares de los mismos –básicamente grandes complejos empresariales– puedan extender sus actuales privilegios en el tiempo, para hacer que los frutos de sus exclusividades legales sean más rentables.

EEUU es el principal productor de ciencia, tecnología y arte en el mundo. Es mérito de ellos haberlo logrado y entendible que quieran seguir en esa condición, que quieran conservar ese poder. Pero es obligación nuestra aspirar también a serlo, a imponernos las duras condiciones para lograrlo, a no renunciar a ese progreso. Si se firma el TLC tal como ha sido propuesto, en lo que a Propiedad Intelectual se refiere, será casi imposible aspirar a ello. Más aún, seguiremos por muchas décadas siendo un territorio conflictivo, problemático y utilizado por terceros en su beneficio. Nuestro futuro como nación se verá obstaculizado.
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El silencio académico y universitario en estas materias es la notificación que nuestro sistema universitario es cada vez más negocio y menos investigación, que se contenta con ser un transmisor lineal, asustadizo y mediocre de conocimientos lejanos a los requerimientos de un mejor futuro.
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Cabe recordar que ningún país hoy desarrollado –incluidos los EEUU y los países del sudeste asiático– tuvo, para llevar adelante su desarrollo, que aplicar estándares de Propiedad Intelectual como los propuestos en el TLC. Desde hace unos años, la clase política de ese país –tanto republicanos como demócratas– ha decidido no compartir con los países en desarrollo los beneficios de las investigaciones que se realizan en su país, en muchas ocasiones con subsidios públicos, sino privatizar el conocimiento y entregárselo a algunas multinacionales domiciliadas en su territorio, grandes inversoras en las últimas campañas electorales. Y ello, por desgracia, representa un cambio en lo que fueron sus políticas en esta materia, las mismas que después de la segunda guerra mundial le dieron a EEUU un legítimo liderazgo.


Cabe mencionar que hoy se ha postergado oficialmente la negociación del tratado. Al parecer, ni siquiera ese ministro que acusaba de narcotraficantes a los opositores al TLC ha querido aceptar las condiciones de EEUU.

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