domingo, abril 30, 2006

Aumenta el espionaje estadounidense a América Latina

Hace unos días, el Director de Inteligencia de EEUU, John Negroponte, confirmó que la intercepción telefónica y otras formas de espionaje en nuestro continente por parte de su país son cada vez mayores.

“Estamos fortaleciéndonos en lugares en los que no hemos estado (recientemente), donde habíamos dejado que las cosas se atrofiaran desde el fin de la Guerra Fría –en América Latina y África–”, dijo Negroponte, coordinador de las labores de inteligencia de las diferentes agencias de E.U., como la CIA y el Pentágono.

Esta expansión habría sido ordenada por el presidente George W. Bush y en particular se enfoca en “Inteligencia Humana” (humint), que consiste en el reclutamiento de espías entre ciudadanos de otros países y el envío de nuevo personal estadounidense. (...)

The New London Day reportó el envío de un submarino nuclear, el USS Virginia, en una misión de espionaje en “apoyo de la guerra contra el terrorismo” por la región. (...) “Esta historia es increíble. Construimos un submarino a un costo de 2.400 millones de dólares con capacidades que hacen recordar la Guerra Fría y la primera misión que se le asigna es ir a Suramérica a interceptar conversaciones vía celular”, criticaba poco después William Arkins en The Washington Post.


Lo triste es que para el gobierno estadounidense los problemas no tienen que ver con amenazas reales a la seguridad de sus ciudadanos. Seguramente durante la guerra fría tampoco era esa la prioridad. Al fin y al cabo, gobiernos que ellos auspiciaron (como el de Pinochet por ejemplo, o varios centroamericanos) muchas veces desaparecieron o asesinaron a norteamericanos de a pie entre sus cientos de crímenes.

No. Lo que en realidad les preocupa es que existan países que se salgan de su órbita. Sea por gobiernos elegidos o no, por regímenes izquierdistas o no, por dirigentes que violan derechos o no. Eso da igual. El único criterio es si quieren trabajar bajo las reglas de EEUU. Las agresiones contra nuestros países, sea con violencia abierta o con intrusiones diversas, se intensifican siempre que un pueblo hace cualquier tipo de intento por tomar decisiones sobre su propio destino.

martes, abril 18, 2006

y seguira muriendo?

Ayer Nicolas Lynch publicó en La República un análisis sobre el rol de la izquierda en las elecciones pasadas y sus posibilidades futuras. Aquí algunas partes:

El nueve de abril pasado la izquierda peruana, en cualquiera de sus versiones, tuvo una derrota electoral aplastante. Esta derrota significa el cierre de un ciclo en el que estas fuerzas intentaron recomponer, luego del término de la Izquierda Unida, su presencia en la vida política del país.

(...)
Este resultado hace ver que una alternativa electoral de izquierda no tiene futuro en un plazo cercano. Por lo tanto, debemos replantear el propósito de una organización de izquierda democrática. Si se insiste, como ocurrió en estas elecciones, en organizaciones con proyecto propio y exclusivo, el resultado será la marginalidad y partidos testimoniales que señalen los defectos de los demás pero estén excluidos de la competencia política en la que se define el futuro del país.

Con esto no quiero decir que se deban disolver los grupos existentes sino que estos deben de ejercer su influencia de manera distinta. Ello supone saber incluirse en espacios mayores que expresen otras formas de representación política donde se recojan, aunque fuera parcialmente, nuestras banderas. Estratégicamente esto significa proponerse una alianza con posiciones de centro democrático que defiendan los derechos humanos y sociales y la soberanía nacional, en un horizonte que privilegie la gobernabilidad y no el desorden para el Perú.

(...)
En lo inmediato esto supone tomar, desde la izquierda democrática, una opción en la segunda vuelta, que llame a votar por uno de los candidatos en contienda sobre la base de una plataforma mínima que se considere debe llevarse adelante en el próximo quinquenio. Llamar a votar en blanco o viciado es una forma de ausentarse de la lucha política y refugiarse en el supuesto purismo de la ética.

Interesante, aunque creo que deben quedar claros los límites éticos a partir de los cuales se pueda dar apoyo a otras posiciones. En el caso actual, me parece que ninguno de los 2 ó 3 candidatos con posibilidades es mínimamente aceptable, y que el voto blanco o nulo enviaría un buen mensaje sobre las opciones y convicciones (o al menos no-convicciones) de un grupo importante de peruanos.