Leo un excelente post de Jomra sobre la operación Chavín de Huantar, conmemorada en estos días. Ahí aclara (¿nadie más lo hace?) que no se puede seguir tomando como intocables a estos comandos. Reconocer su buen trabajo no significa dejarles pasar cualquier cosa, y menos aún el encubrimiento de ejecuciones extrajudiciales de las que cada vez hay más indicios. En estos días ha salido el tema de la modernización de las instituciones armadas a propósito del caso de una chica que fue echada de la escuela de policía por estar embarazada. La cuestión es la misma (aunque con distinta gravedad): ¿están primero los derechos humanos o los usos y costumbres de instituciones de origen premoderno?). La vieja tradición uniformada de esconder los esqueletos en el armario no le hace bien ni a ellos ni al resto del país. Jomra anota:
Todos vimos en televisión a los sujetos con pasamontañas y cámaras de vídeo tras la toma, y por supuesto, los comandos celebraban con estos sujetos, ahora no podemos decir que unos eran unos angelitos que realizaron una labor heroica y los otros unos asesinos desalmados infiltrados al margen del conocimiento de los comandos que ejecutaron al menos a un emerretista (un testigo habla de tres emerretistas, de 14 en total, ejecutados por las fuerzas que tomaron la casa del embajador).
Hay que investigar bien los hechos, y no se puede volver intocables e inimputables a todos los comandos que participaron en la entrada, al menos uno de ellos se debió dar cuenta que a Tito lo capturaron vivo y de ahí salió con los pies por delante, al menos el comando que aceptó la rendición de Tito. Las órdenes, al parecer, fueron claras: Ni uno vivo. Y así lo entendieron los comandos, que entraron sabiendo que debían matar aunque el contrincante estuviera, en se momento, desarmado.
(...)
Si en ese momento, por lo que sea, los comandos implicados tuvieron miedo del SIN (comprensible), debieron salir del ejército y del país para realizar las declaraciones pertinentes, justas, o al menos haberlo hecho tras la caída de Fujimori. Pero no fue así. No ante la justicia. Han seguido encubriendo los hechos. O son cómplices del asesinato (conocedores de la limpieza que se iba a ejecutar, y no hicieron nada para impedirla) o son encubridores del delito.