Ejemplos: con las aparentes contradicciones respecto de la eliminación de la renta básica, en realidad el Gobierno buscaría forzar una renegociación voluntaria; con la implantación de la pena de muerte y con el afán fiscalizador de las ONG, lo que en realidad se buscaría sería retirar al Perú del sistema interamericano de derechos humanos. Según este razonamiento, estaríamos ante un actor racional unitario, coherente, altamente calculador y estratégico, que utiliza, premeditadamente, distracciones y celadas, en busca de objetivos no evidentes que habría que desentrañar.
Yo desconfío de este tipo de razonamientos, que suelen ser altamente especulativos, y que terminan en una suerte de paranoia política. En la política en general, y mucho más en países como el nuestro, es muy excepcional encontrar actores con racionalidades de este tipo. En nuestro país, los actores políticos son débiles, contradictorios, incoherentes, suelen actuar reactiva, no estratégicamente, siguiendo criterios de corto plazo.
Los vaivenes del Gobierno, a mi juicio, se entienden mejor asumiendo, simplemente, que este no es un actor unitario y que, en realidad, estamos ante una variedad de actores persiguiendo objetivos contradictorios. En vez de la "escopeta de dos cañones" prefiero, como principio explicativo, la simple existencia de contradicciones. A esto se le llama, en el lenguaje de la ciencia, el principio de parsimonia. La navaja de Occam. La explicación más simple suele ser la más acertada. En concreto, esto significa que Jorge del Castillo, Mauricio Mulder, Mercedes Cabanillas, Luis Giampietri y otros tienen juegos propios, diferenciados, en ocasiones en abierta confrontación.
¿Esto significa que el Gobierno actual no es un actor unitario? Sí lo es. En última instancia, el árbitro de todas las disputas es el líder máximo, García. El liderazgo indiscutido es el principio de unidad de todos los partidos populistas, diversos y contradictorios, sin los cuales no podrían existir, y el Apra no es una excepción.
(el subrayado es mío)
1 comentario:
si algo aprendí en el colegio, es que en política no hay que ser ingenuo.
si bien es cierto estamos hablando de actores débiles, en este río revuelto hay más de un sapo que la quiere pasar de pescador (y no de ilusiones, necesariamente).
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