jueves, setiembre 27, 2007

“EL OJO QUE LLORA”: ¿SÍMBOLO NACIONAL?

Luego del atentado contra el monumento “El ojo que llora”, se han escuchado las comprensibles voces de protesta y –por otro lado- la típica aria destemplada marthachavista de virulento fascismo. Pero menos comprensible me resultan las atribuciones de “símbolo nacional de reconciliación” que le dan algunos a dicho monumento. Y es que, francamente, yo creo que está lejos de ello. Al menos, para una inmensa mayoría que no es del círculo de derechos humanos u oenegístico. Es decir, el símbolo no es simbólico para quienes se hizo.

Primer problema: el paternalismo de pensar-por-los-otros cual puede ser el monumento. ¿Por qué no se busco un lugar, un espacio que (conectado con algún hecho trágico de la guerra civil) tuviera repercusiones en la memoria colectiva? ¿Por qué no INDAGAR en esa memoria colectiva para conocer dónde y que elementos son empáticos con el proceso de cómo-se-recuerda-la-guerra-civil?

Se dirá: la gente NO quiere recordar los hechos trágicos de la época del terrorismo de Sendero. La memoria colectiva es dispersa, contradictoria y, sobre todo, está en fase de negación. Si ése es el caso, creo que más que símbolos, se necesitan relecturas, procesar lo contradictorio, confrontar versiones, pero MASIVAMENTE. Si el Informe de la CVR fue trascendente, ahora necesita ser epicéntrico; ser piedra de toque de discusiones para conocer la versión del otro y pulir esa versión colectiva que –además de ser dispersa- se ha dividido artificialmente en dos: los que entendemos que el Estado y las FFAA tuvo tanta o mayor responsabilidad que Sendero en los crímenes cometidos y quienes minimizan o niegan la responsabilidad de militares y gobernantes con la excusa que “en toda guerra hay excesos”. Un tercer, inmenso grupo de personas que fluctúa entre ambos extremos, pero que paradójicamente experimentó los vaivenes de la guerra directa o indirectamente es ignorado o manipulado en sus interpretaciones.

Ése es el segundo problema: la corrección política de pensar que la gente ya procesó el conflicto y basta con un símbolo de reconciliación. Por lo que he visto y escuchado, muchos tienen la idea que hubo abusos y masacres en la guerra Estado-Sendero; desgraciadamente los “excesos” eran inevitables si se quería derrotar a Sendero, aunque pueden castigarse los más terribles. Esta versión desde luego no aprehende el punto de vista de las víctimas; ¿si no se considera ni siquiera la versión del perjudicado puede encontrársele significado a un monumento para esas víctimas?

(Un amigo me dijo hace unos días, “Es un monumento para Suiza, no para el Perú”. Digamos para la Suiza mental que tienen algunos en la cabeza).

Vayamos al monumento en tanto intención pública y estética. Parece un problema trivial o secundario, pero no lo es: el Ojo que Llora dice muy, muy poco en una Lima de hipertrofia urbana. Es sintético cuando los códigos populares son barrocos, recargados, coloridos (incluso en su lado tanático). ¿Era Lika Mutal la mejor opción para el intento de concretar el dolor y la pérdida de veinte años de conflicto armado desde un punto de vista plural? ¿No es el monumento como cosa concreta derivativo de tendencias artísticas muy a lo Szyzlo, a lo relectura-de-lo-andino desde un punto de vista meramente lítico o “inca” (léase, “Monumento para parque de San Isidro”)? Tercer problema: su fallida empatía estética.

Cuarto problema: no es suficiente un símbolo sutil de entendimiento social cuando el fascismo tiene sus propios símbolos y los ha cargado de múltiples (y ominosos) significados. Por ejemplo: todos recordamos la infame foto de Fujimori subiendo las escaleras de la residencia del embajador de Japón con Cerpa muerto a un lado. Ése es un símbolo del fascismo fujimorista y su carga simbólica y discursiva es fuerte. Significa muchas cosas: la arrogancia de quien tiene el PODER, la impunidad de quienes se saben dueños del país, el mensaje de “Ganamos los buenos, murieron los malos”. El discurso implícito de no enfrentar a la autoridad (legítima o no) porque ESAS son las consecuencias está allí y ha sido propalado insistentemente a las generaciones que crecieron con el régimen fujimontesinista. ¿Pueden, por lo tanto, esas generaciones asumir la carga emotiva y humanista de un símbolo estético para las víctimas del conflicto cuando se les ha ideologizado a temer (y admirar) al victimario?

Nos hace falta entonces, más que símbolos y monumentos. Tenemos por delante, a quienes el tema del conflicto armado nos interesa, la inmensa labor de desarmar la propaganda fascista (la del Fujimontesinismo y la actual), crear discursos y narraciones que permitan –sobre todo a los jóvenes- acercarse a los hechos del conflicto con familiaridad (usando cómics, charlas informales, documentales). Tan o más urgente que reconstruir el Ojo que Llora, es re-semantizar, cargar de significado humano los símbolos y rostros del fascismo peruano. Es decir, demolerlos.
(Foto: Caretas)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Guerra civil?
Revisa bien tus conceptos antes de enredarte en tus propias palabras.

En la lucha contra el terrorismo no cabe hablar de guerra civil.

Anónimo dijo...

dos bandos ocupando zonas con mucha población civil ¿qué es?

y ejerciendo violencia física y psicológica sobre esas poblaciones, ¿qué es?

ah, si. tienes razón... lucha contra el terrorismo. ¿por qué el estado era el bando bueno, no?

gracias por la aclaración. me gustaría que -a su vez- le preguntes a esa poblaciones si para ellos era "lucha contra el terrorismo".

Anónimo dijo...

Y también guerra civil porque ambos bandos utilizaron a las comunidades y las empujaron contra otras.

Anónimo dijo...

Estos peruanos!! siempre fijándose en la forma como escriben, en el uso de términos, etc, cuando la cuestión de fondo es que el ojo q llora no representa a nadie!! o mejor sí, representa a las ongs de derechos humanos, quienes debe estar felices por tanta publicidad al asunto, pues lo que más les gusta es figurar (para bien o para mal, como dice la filósofa Susy Díaz)...las ongs solo quieren billete!!...ya deben estar armnando sus "proyectos" para construir alguna alameda de la memoria. o movilizando a su carne de cañón : los deudos.

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo sobre lo poco representativo que resulta el monumento. Lo que tambien me parece interesante es que se haya generado este debate y que seamos criticos al discurso de algunas ONGs. No estoy en desacuerdo con su labor pero tampoco que se esgriman como el discurso oficial de los "socialmente concientes" y los "democratas". Ellas tambien tienen que aprender a mirar sus propias fallas y dejarse de elitismos.

Anónimo dijo...

Considero que la percepción sobre el real alcance simbólico del monumento "el ojo que llora" tiene algo de razón en cuanto no todas las víctimas la asumen como expresión de reconciliación. sin embargo, las elaboraciones simbólicas en un contexto tan plural como el nuestro son de largo proceso de construcción que nos remiten, es cierto, no sólo a las propuestas de los grupos de la sociedad civil sino de que parten de la propia simbologia de cada persona y comunidad involucrada. en ese sentido, esta propuesta es eso justamente una propuesta que permita o busca articular esos procesos y su valor consiste indefectiblemente en la referencia pública que ha alcanzado para la mayoría de las asociaciones involucradas que no son sólo las ongs de ddhh sino asociaciones de víctimas y deudos que en estos días se han pronunciado.

Anónimo dijo...

Estoy muy indignada, es tremendamente injusto para los familiares de víctimas del terrorismo que los nombres de sus seres queridos estén junto a los de los terroristas que murieron en la cárcel. Imagínense que en un monumento a las víctimas del holocausto reciban un homenaje junto a sus victimarios. Esto sólo puede pasar en el Perú.

Saludos

Adriana

Jesús Cossio dijo...

anonimo de las 8.39: cierto, esgrimir discursos oficiales (o en el caso de este pais cuando se habla de DDHH, "para-oficiales")no es muy útil si no tratamos que dejen de ser "discursos" y se conviertan en modos de interactuar entre nosotros.

anonimo de la 1.25: claro, el Ojo que llora es de todas maneras un símbolo; entiendo que la intención es positiva y la apoyo. Pero en parte, el resultado final en tanto referencia pública (como señalas) ha sido muy frío -en mi opinión, por las razones que he dado en el post-. Aunque ahora quienes lo atacaron le han sumado OTRO significado, habrá que ver como incide eso en su trascendencia pública.

adriana: creo que la inclusión de nombres de senderistas desvirtuo parte de la intención. no debieron poner nombres de senderistas ni miembros de las FFAA y policiales. pero hacer una labor de filtro con tantos nombres es dificilísimo, como te imaginarás.