De antiguo izquierdista a perro guardián del Orden Establecido (y por establecer). De revoltoso “rojo” a admirador del Poder Usamericano. Es la andadura política del Sr. Fernando Rospigliosi, vocero adonde lo llamen de la no-tan-nueva cantaleta de “las ideologías han muerto” y androide no muy sofisticado con programación multiuso: “Si, ahora SOY de derecha”; terminator mediático con una misión urgente: acabar con los bárbaros que impiden el desarrollo de este país (leáse: comunistas, construcción civil, huelguistas, cocaleros y un amplio etcétera, siempre y cuando tengan que ver con reivindicaciones sociales).
El Rospigliator se define por una estrategia de exclusión: definir una línea entre los que quieren (su idea de) El Progreso y Orden Civil contra todos aquellos alborotadores (los Otros) que viven en y de la disgregación social: valga decir, desde pequeños piquetes huelguistas hasta sus Cucos Favoritos: los cocaleros (“narcoterroristas”) y la izquierda sesentera, primitiva y alentadora de las barbaries “populistas”. En sus artículos y entrevistas denuncia sus artimañas, aduce que son manipulaciones sentimentalonas, que ni los cocaleros son tan “pobres” ni los de Patria Roja tan “inocentes”. Rospigliosi tiene lo que Savater llama conciencia fiscal, la propensión alarmista de buscar culpables exactos y expiatorios para los males o fallas colectivas y sociales. Y no se anda con remilgos cuando los encuentra.
Y claro, talvez habría que revisarle la parte trasera del cráneo para encontrar la etiqueta metálica con el rótulo “Reconstruido en USA”. Porque el Rospigliator es también ahora parte de esa Liga de la (In)Justicia que –junto con Carlos Alberto Montaner, Álvaro Vargas Llosa, Federico Salazar, Andrés Oppenheimer y Rosa María Palacios- intenta convencernos de las bondades del Imperio Usamericano.
El Rospigliator se define por una estrategia de exclusión: definir una línea entre los que quieren (su idea de) El Progreso y Orden Civil contra todos aquellos alborotadores (los Otros) que viven en y de la disgregación social: valga decir, desde pequeños piquetes huelguistas hasta sus Cucos Favoritos: los cocaleros (“narcoterroristas”) y la izquierda sesentera, primitiva y alentadora de las barbaries “populistas”. En sus artículos y entrevistas denuncia sus artimañas, aduce que son manipulaciones sentimentalonas, que ni los cocaleros son tan “pobres” ni los de Patria Roja tan “inocentes”. Rospigliosi tiene lo que Savater llama conciencia fiscal, la propensión alarmista de buscar culpables exactos y expiatorios para los males o fallas colectivas y sociales. Y no se anda con remilgos cuando los encuentra.
Y claro, talvez habría que revisarle la parte trasera del cráneo para encontrar la etiqueta metálica con el rótulo “Reconstruido en USA”. Porque el Rospigliator es también ahora parte de esa Liga de la (In)Justicia que –junto con Carlos Alberto Montaner, Álvaro Vargas Llosa, Federico Salazar, Andrés Oppenheimer y Rosa María Palacios- intenta convencernos de las bondades del Imperio Usamericano.
2 comentarios:
Tampoco me cae el gusano, pero no lo pondría primero en la lista de los indeseables. En estos días no lo he visto tan desatinado con el tema del "rebrote", aunque su opción sea algo represiva.
Para ser más concreto, y sobre el tema que ha ocupado mis últimos posts, copio la columna de hoy de Rospulgosi en Peru21 (ni pongo el link porque igual Peru21 solo permite acceder por un día). Yo la suscribiría con puntos y comas.
Confusión general
Fernando Rospigliosi
Con el argumento del 'rebrote', sectores militares, políticos en campaña y fujimoristas quieren hacer creer que la democracia no puede vencer al terrorismo.
La discusión generada como consecuencia de los últimos atentados terroristas, que causaron la muerte de 13 policías, ha devenido en una verdadera Babel. Los argumentos se mezclan y confunden, los personajes se atacan y se insultan, y los únicos que ganan son los fujimoristas y los militares que quieren anular sus juicios.
EL DEBUT DE PPK. La declaración de hace algunas semanas del premier Pedro Pablo Kuczynski, en el sentido de que Sendero Luminoso representaba todavía un peligro y que había que estar alerta, era necesaria, y el propio gabinete que él dirige debió tomarla en serio.
Esa comunicación, sin embargo, produjo otro efecto porque fue formulada en términos equívocos. La discusión degeneró en si había un 'rebrote' senderista o no, entendiéndose como 'rebrote' una rearticulación del terrorismo que podía convertirse en una amenaza como la que fue en la década de los 80.
Esa no es una discusión académica. Concretamente, los fujimoristas, ciertos militares y policías en retiro, algunos analistas y periodistas, y por supuesto políticos en campaña, están interesados en hacer creer que Sendero se está reagrupando por culpa de la democracia, que es débil. La solución, según ellos, es la dictadura, el retorno de Fujimori y el cese de los juicios a los militares acusados de violar los derechos humanos.
En otra variante, políticos de oposición quieren ganar puntos atacando al Gobierno, y candidatos en busca de votos pretenden crecer a costa del ex presidente Valentín Paniagua.
Por eso, los términos imprecisos en los cuales fue formulada esa primera declaración -y otras posteriores- de PPK dieron pie, involuntariamente, a los propósitos arteros del fujimorismo y de políticos desesperados por ganar algunos puntos.
En verdad, ese no es el campo de PPK, que se desenvuelve con precisión y solvencia en el terreno económico, pero vacila y se confunde en el campo de la lucha antisubversiva (como la patinada de los 30,000 policías muertos en el programa de Rosa María Palacios el martes pasado). Pero, a falta de los responsables del tema en el Gobierno, que guardan inexplicable silencio, PPK es el que aparece también en este asunto.
LOS TERRORISTAS LIBERADOS. Un razonamiento introducido en la discusión, que ha contribuido a embrollarlo todo, es el de los terroristas presuntamente liberados. Esa tampoco es una discusión teórica, porque precisamente el argumento más usado por los fujimoristas y por todos los que agitan el fantasma del terrorismo es que el supuesto 'rebrote' se debería, fundamentalmente, a que la democracia ha liberado a miles de terroristas que son los que están cometiendo los atentados.
Al respecto, cabe precisar:
# Los que han cometido los recientes atentados en el Valle del Río Apurímac-Ene (VRAE) y en el Alto Huallaga, asesinando a trece policías, son los mismos terroristas que están allí hace 15 o 20 años, y que nunca fueron exterminados.
# ¿Qué tienen que ver esos atentados con los terroristas supuestamente liberados? Nada.
# ¿Por qué cuando se habla de las recientes emboscadas se menciona a los 'liberados'? Porque algún servicio de Inteligencia está 'intoxicando' a las autoridades políticas con información sesgada y con propósitos nada santos.
# Las cifras mencionadas de terroristas supuestamente liberados se han mezclado y han generado mayor confusión en: 1) Los períodos, atribuyendo, sin ningún fundamento, el mayor número de liberados al gobierno de transición de Valentín Paniagua y al de Alejandro Toledo, cuando en realidad corresponde al de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. 2) El tipo de libertades concedidas. Se considera terrorista a todo aquel que ha salido de la cárcel, sin diferenciar a los inocentes -por definición no son terroristas-, los absueltos por el Poder Judicial (algunos son y otros no) y los que han cumplido su condena.
# Nunca nadie ha podido identificar un solo caso de un senderista liberado que haya realizado una acción violenta en los últimos años. Ni uno solo, a pesar de que se habla con gran irresponsabilidad de 'miles'.
# Es un hecho que algunos senderistas liberados se han incorporado al movimiento de seguidores de Abimael Guzmán, que se organizan para pedir la libertad de los presos, mejores condiciones carcelarias, efectúan propaganda, etc. Un ejemplo es el abogado de Guzmán, Alfredo Crespo. Pero, en este caso, no están realizando acciones violentas ni cometiendo delitos.
# Es muy improbable que los senderistas que han salido en libertad, después de haber cumplido largas penas de prisión, vuelvan a involucrarse en acciones violentas. Por lo general están muy viejos, la cárcel los ha golpeado y, si bien pueden mantener la ideología, difícilmente se implicarán de nuevo en acciones terroristas. En cualquier caso, esa sería la excepción y no la regla. De todas maneras, la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote) de la Policía tiene la obligación de vigilarlos.
# Por último, hay que señalar que los roles no son intercambiables. Un senderista limeño difícilmente podría sobrevivir en la selva del VRAE. Un terrorista del VRAE se perdería en Lima.
CASO CONCRETO. El único atentado cometido en Lima en los últimos años fue el del 20 de marzo de 2002, frente a la Embajada de los Estados Unidos, en vísperas de la llegada del presidente George Bush. El atentado terrorista costó la vida a diez personas.
Fue cometido por una célula de SL integrada por antiguos militantes de segunda o tercera línea, que nunca fueron capturados, pero que contaban con los conocimientos necesarios para fabricar un coche bomba. Esta célula se reactivó con propósitos terroristas probablemente incentivada por los atentados del 11 de setiembre de 2001 en EE.UU.
Los principales integrantes de este grupo fueron detenidos por la Dircote en los meses siguientes. El 5 de setiembre de 2002, el presidente Alejandro Toledo y el ministro del Interior Gino Costa presentaron la relación de los cabecillas arrestados. Los dos principales eran Elki Meza Majino y Giovanna Anaya.
Algunos incrédulos dijeron que, en realidad, esos no eran los verdaderos responsables. Sí lo eran, como lo demuestra el hecho de que nunca más se produjo un atentado terrorista en Lima.
Tres años después, un tribunal sentenció a Elki Meza e increíblemente puso en libertad a Giovanna Anaya, a pesar de que había sido detenida con las manos en la masa. Cuando la Policía con un fiscal allanaron su vivienda, encontraron documentos y explosivos. La Dircote la tenía identificada desde tiempo atrás. No obstante, el Poder Judicial ha liberado a la corresponsable de la muerte de diez personas porque faltaba un papel en el expediente, según versiones periodísticas.
Este es un caso concreto de una terrorista liberada, ocurrido hace cuatro meses y del cual casi nadie se ha ocupado.
Pero esto no tiene nada que ver con las emboscadas de las últimas semanas en el Alto Huallaga y en el VRAE.
EL GOBIERNO DE TRANSICIÓN. Una de las más perniciosas e interesadas confusiones de este debate consiste en achacar al gobierno de transición de Valentín Paniagua y a su ministro de Justicia, Diego García Sayán, responsabilidad de lo que está ocurriendo ahora.
En realidad, los corruptos fujimoristas los detestan porque ellos crearon y pusieron en funcionamiento el sistema anticorrupción, que ha llevado a prisión a la pandilla de sinvergüenzas que saqueó las arcas del Estado la década pasada. Como no pueden acusarlos abiertamente por eso, han creado el mito de que favorecieron al terrorismo.
Esa es una fábula que no resiste el menor análisis. Por lo demás, a un gobierno que duró unos pocos meses, y que tenía por tarea principal efectuar elecciones limpias -hizo eso y mucho más-, no puede pedírsele cosas que no estaban a su alcance.
Es lamentable que, en medio de esta discusión laberíntica, terminen enfrentados miembros del actual gobierno y del de transición, para beneplácito del fujimorismo.
¿AMNISTÍA? Gran parte de candidatos presidenciales y vicepresidenciales se ha pronunciado a favor de una improcedente amnistía a militares procesados por violaciones de los derechos humanos. Alan García y Luis Giampietri, Lourdes Flores (por el indulto) y Arturo Woodman, Fernando Olivera y Luis Iberico, Rafael Belaunde, entre otros. También el ministro de Defensa, el general (r) Marciano Rengifo.
En contra han hablado el presidente Alejandro Toledo, los candidatos Susana Villarán y Alberto Borea y la defensora del Pueblo, Beatriz Merino.
En realidad, si bien es cierto que en algunos casos se ha involucrado a militares que no deberían estar procesados, también es verdad que en la guerra antisubversiva se cometieron atroces violaciones de los derechos humanos, las cuales han quedado hasta ahora impunes, salvo el caso del grupo Colina.
La idea que están tratando de vender es que para acabar con el terrorismo hay que cometer -y amnistiar- las brutalidades más horrendas. Siempre y cuando, por supuesto, estas se realicen contra los pobres y los excluidos, que fueron los que sufrieron las peores consecuencias de la guerra.
En suma, hoy día, cuando nuevamente se expresan las enormes fracturas que desgarran a la sociedad con fenómenos como el de Ollanta Humala -el único silencioso hasta ahora en el debate-, hay gente que insiste en lo mismo. Si no han aprendido hasta ahora, es probable que no aprendan nunca.
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